lunes, 21 de octubre de 2013

Adiós (o hasta luego)

Era inevitable la despedida
y sin darme cuenta
¡Qué ironía!
Elegí un viernes
para terminar con un ciclo
que nunca empezó.

Uno como aquellos
en que el tiempo no existía
y las nubes eran nuestras.
Yo sabía que no debía pedirte nada,
mas no lo necesitaba,
con esas horas simples me alcanzaba.

¿Alguna vez volveremos a ser tan libres?
Me convertiste en poema ¡Por una sola sonrisa!

Nos quisimos
aunque no quisimos hacerlo.
Vos no encajabas en esta ciudad
Puertos lluviosos te lloraban
y cuando lo hacía  Buenos Aires
eras el único en la calle.

Me quedan las historias de tu viaje,
los abrazos que no te di,
la alegría de saberte feliz.

Cuando el viento cruce la cordillera, cerrare los ojos para sentir como vuelve a crepitar tu alma.




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