viernes, 28 de marzo de 2014

Tiempo de palabras rotas

¿Cómo pronunciarlas,
si se aprietan en la garganta
deshaciéndose contra el nudo de impotencia?
¿Qué decir?
¿Qué queda por decir?
Las incontables noches que te di, los días que no pude.
Es horrible guardarse el amor para después,
para alguien que sepa apreciarlo.
Se pudre en las entrañas,
infecta de resentimiento la sangre.

sábado, 22 de marzo de 2014

La única certeza

Exponer retratos de lo que soy,
quedando desprovista de máscaras,
buscando una salida en la poesía.
Cuando mi frágil mundo
parece a punto de estallar
la única certeza es la fantasía.

domingo, 16 de marzo de 2014

Espacio en blanco

Quisiera  dejarte de nombrar
pero te nombro.
Aquí mismo, en el espacio en blanco que dejaste,
lleno de signos de interrogación.
Quisiera ser más orgullosa
y no nombrarte
pero estoy cansada de fingir,
por eso hice la última jugada
y partí
sabiendo que perdía.
¿Sabés? No es tonto ser valiente.
Espero que aprendas a respetar la osadía
de quién no deja de ser ella misma
aun cuando se le están riendo en la cara.
Yo no puedo ir por la vida
cuidándome de sufrir,
olvidándome de sentir.

martes, 4 de marzo de 2014

Oportuna

Pero la noche tenía una respuesta para lo que pesa
Pero la noche tenía preguntas que empezaban a pesar
En un tiempo prudencial dos risas
Dos manos
Dos bocas
Unas muecas para evitar la seriedad
Unos ojos invasores
Una roja timidez
Deshacerse en la ternura
Dejarse contener
Olvidarse de los habitantes con sus infiernos
Intentando no perder ni un instante
Oportuna
Una mano sosteniendo otra mano fuertemente
para atravesar la oscuridad

domingo, 2 de marzo de 2014

Palabra por palabra

Avanzo palabra por palabra,
el límite esta en mi mente.

Es el abismo al que me asomo
al observarme a mi misma.

Es difícil cantarse las verdades,
mirarse sin piedad;
siendo más humana
parece que estoy desnuda,
cuando en verdad
solo soy más natural.

Estoy por dar el paso.

Para ser feliz
hay que hacerse cargo de las propias miserias,
verse en los otros y escucharlos.
Comprender que lo que nos aterra en ellos
es ver desde afuera nuestra fragilidad.
Aceptar que nada perdura,
que todo puede estar a punto de estallar,
y aun así permitirnos la risa
y aún así el llanto.